Jorge Ledesma
Concluyendo con el ensayo publicado en su parte primera el pasado mes de octubre, y como comentario adyacente al análisis realizado con motivo del evento G-20 Los Cabos, hubo la oportunidad hace unos días de observar por TV parte del desarrollo de una reunión de flamantes Senadores miembros de la comisión de Hacienda, y particularmente la intervención del representante por BCS, Carlos Mendoza Davis, quien ensalzando la gestión presidencial de Felipe Calderón se aventó la puntada comercial, de citar términos más términos menos, “ que no obstante lo complicado a nivel internacional que resulta combatir el lavado de dinero, la actual administración había realizado un gran trabajo y que por eso México había sido designado recientemente (2010-2011) cabeza del Grupo de Acción Financiera Internacional GAFI- un irrespetado ente internacional datado de 1990 que propone 40 medidas para el combate al blanqueo de capitales y de las cuales México cumple de acuerdo a especialistas solo 17-. Cuando ese nombramiento respondió en realidad a una burda estrategia emergente de reparación de daños a la imagen del régimen panista, resultante de la segunda nominación del Chapo Guzmán en la revista Forbes, que buscando exponer al gobierno mexicano más que con datos duros, lo ha situado 4 años consecutivos entre los personajes del mundo con fortuna superior a los mil millones de dólares, denunciando en el fondo Forbes con la simbólica mención, que el país es un paraíso para el lavado de dinero. La acotación relativa a Guzmán porqué en las ligas de la máxima burocracia gubernamental, hubo muy recientemente otro representativo pero de apellido calderón, a quien en sorna acusativa le apodan también sus correligionarios el chapo, que seguramente es hoy más rico que el icónico narcotraficante, y que difícilmente estará en la lista Forbes, tal como sucede con la ex pareja presidencial Fox-Sahagún, pese a su conocidas mega riquezas obtenidas en su paso por el gobierno, estimadas por unos en más de mil millones de dólares. Y ahí anda, mandado por la siniestra mujer, el gachupin merolico, dando declaraciones cínicas de pactar con los dirigentes del crimen y otras que le aseguren alguna vigencia política, que les perpetúe impunidad.
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