En la Opinión de Alfredo González


  • El coronel no tiene quien le escriba
  • La voz del invalido
  • Hay cantos populares con mensajes
  • Cayo el telón. Las cuentan no le cuadran a la 4T

Un personaje escribió hace algunos años una obra titulada “el coronel no tiene quien le escriba”. Todo indica que fue ya hace algunos años cuando se escribió en Paris. Su autor es Gabriel García Márquez. En síntesis, se supone que es un oficial retirado y cotidianamente asiste a la agencia de correos de un pueblo pequeño. La respuesta del encargado era: ahora tampoco hay correspondencia. Todo se hizo suponer que se trababa de un personaje con hechos de armas y esperaba con paciencia el reconocimiento a su valor. Sin embargo no llegaba y sus condiciones eran precarias. Lo único que les quedaba era un gallo y decidió jugarlo en un palenque o a campo travieso. Antes de salir con lo único que les quedaba la señora le pregunto: ¿y si pierde el gallo mañana que vamos a comer? El coronel dio un medio giro y le contesto: ¡Mierda!

Otro de los personajes que fustivo a través de la poesía hechos, actitudes, el pago a su valor patrio fue Antonio Plaza. En un poemario escribe uno titulado: la voz del invalido. Hace el corte parejo y se dirige a su interlocutor que es su nieto llamado Andrés. En dicho poema satiriza a las naciones y dirigentes empecinados en arreglar las cosas por medio de la violencia y en un párrafo dice: “a la guerra no vayas, Andrés. Porque vale mas el humo de un cigarrillo que el humo de cien batallas”. En otra parte expresa: “fui a buscar honores y laureles y regresé a mi patria entre pétalos y rosas pisados por una pierna de palo”. No es difícil saber cual es el final de los hombres, de los temerarios dentro de la razón porque finalmente las ovaciones y medallas son para aquellos arribistas y oportunistas que llegan a un banquete con la mesa puesta. Una cosa trajo a la otra, y recordé un dialogo de si novedad en el frente, un soldado le dice a otro porque razón debo ir a matar a un hombre que no conozco y que no me ha hecho nada. Le contesta el otro: “pues si, mientras que aquí estamos pegándonos de balazos en pólvora de a deveras los generalitos disfrutan el caviar y la champaña a 500 kilómetros del frente de batalla. Dijo otra voz: “por eso están tan panzones y grasientos, pero no del abdomen, del cerebro”.

El canto popular si usted lo ha escuchado amigo lector, fíjese la letra de algo que se hizo entre la sangre, los huesos de los revolucionarios de a deberás. Habla de un general llamado Benjamín Argumedo. Hombre valiente y arrojado, defendía las causas justas. Cuando lo llevaban al paredón de fusilamiento así se canta: “oiga usted mi general, oiga usted mi general, yo también fui hombre valiente, quiero que me fusilen enfrente de la gente”. Tanto pelear y pelear para venir a morir en un panteón de Durango. Vencí al drogadicto de Puerta y el águila del escudo estaba impedida para un lado.

Es parte de la historia de los pueblos de héroes, de traidores, de valientes, de ladrones, para terminar en manos de pandilleros en amasiato con los intereses mas bajos y perversos.

¿Dónde estás, tu que en el martirio encontraste la gloria? Señor, no nos dejes mostrar la otra mejilla porque nos las han lastimado infinidad de veces. Danos permiso por favor, te lo rogamos, para mandarlos a tiznar a sus cazuelas.

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